
“Estudié mucho a bebés para copiar todos sus detalles. Por ejemplo, exactamente cómo son las venas, las marcas de la piel. Es algo que me llevó años de práctica, y con cada bebé realizado fui logrando un poco más. El resultado es el que pueden ver ahora”, detalla la creadora en diálogo con Infobae. Luego de estudiar la técnica en los Estados Unidos, la joven comenzó a hacerlos en la Argentina en 2011 y prontó comenzó a comercializarlos.
Los bebés reborn no solo sirven para coleccionistas y amantes de este tipo de objetos. Muchas veces son encargados para trabajar en terapia para niños con trastornos del espectro autista, quienes con estos muñecos logran conectar. También ayudan a personas con retrasos madurativos y son también muy utilizados en adultos mayores.

—¿Cómo empezaste?
— Hace ocho años que hago estos muñecos. Empecé cuando era muy chica. Lo vi en otros países y era muy difícil de conseguirlos acá en Argentina. Aparte los precios siempre fueron en dólares o en euros y acá era imposible acceder a uno. Hasta que un día crecí y los quise hacer. De grande no me interesaba tenerlos para coleccionarlos ni para jugar y decidí aprender a hacerlos.
— ¿Dónde estudiaste?
— En Estados Unidos, porque acá esta técnica no se enseña. Se llama “arte reborn”. Es un arte que existe en muchos países y que lo hacen muy pocas personas. Se crea con pinturas que son específicamente para bebés reborn, no se utilizan para otra cosa. El horno también es para esto exclusivamente también, lo mismo los pinceles, los materiales, absolutamente todo es especial para el arte reborn. Lo más difícil fue conseguir el horno y todos los materiales, que son importados. Pero bueno, lo pude hacer y hoy en día es mi trabajo.
— El primer paso son las venas: llevan todas pinturas diferentes que se utilizan con un diluyente. Después se hace un color en la piel. El pelo es al final, todos los materiales son únicamente de bebés reborn y el pelo también. Es de un material que se llama mohair y es sintético. Se pone con agujas. Las pestañas también son implantadas, algunos solamente llevan pelín plantado, hay rulos y hay de todos los colores existentes.
— El pelo es lo que más me cuesta porque es un trabajo muy minucioso, me deja ciega y lleva mucho trabajo. Se utilizan agujas muy finitas para que no se vean los puntos donde entran y hay agujas más gruesas, donde se ve cómo queda implantado el pelo.
— Lleva mucho, son muchas horas de estar sentada. Hicimos una cuenta y son alrededor de 30 horas para cada uno. Si son más grandes, llevan más tiempo; si tienen pelo llevan más también. Generalmente los de ojos abiertos también llevan más porque tienen otro trabajo alrededor y los de ojitos cerrados no tanto. Pero sí, son muchas horas de trabajo, de estar sentada y de horneado.
— Sí, en la cocina siempre. Por suerte necesito poco espacio porque tengo una caja con las pinturas, son pequeñas, y lo que más espacio lleva es el horno, pero lo tengo ya instalado.
— Sí. La primera vez que me fui a vivir sola fue gracias a hacer y vender estos muñecos.
— En chicos con autismo ayuda mucho a conectar. Al no tener la posibilidad de hacerlo con pares a veces, hay chicos que con los muñecos logran hacerlo. En personas adultas también, adultas mayores, o personas con Alzheimer. Incluso hay videos muy interesantes en la web, en otros países, donde muestran cómo estos muñecos a los ancianos les cambian por completo su actitud, les dan felicidad, les bajan muchísimo las dosis de ansiolíticos. Gente con retraso madurativo también, de todo un poco. La parte terapéutica es algo muy interesante, porque más allá de que sean muñecos de colección tienen un fin terapéutico, es súper importante.

— Hay desde 25 mil pesos, en adelante. Según el tamaño puede haber de menos. Siempre aclaro que acá están muy por debajo de lo que salen en otros países. Los bebés en otros lugares están a partir de 500 dólares. El otro día hice el estudio de mirar los bebés que me gustan de artistas internacionales que hacen cosas hermosas y están alrededor de 2.500 euros.