Luego que el flamante jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, anunciara que se va a aplicar un impuesto del 30% a los consumos en el exterior, que involucra tanto viajes como compras desde la Argentina de servicios en el exterior, se ingresó en una especie de “deja vu” en el que tema recurrente de conversación es dónde y cómo hacerse de dólares más baratos.
Más aún si es con un cepo mucho más profundo que el vigente hasta diciembre de 2015, pues solo permite comprar u$s200 al mes.
En este contexto y a días de iniciarse la temporada estival, son muchos los argentinos que tienen todo listo para viajar al exterior que se preguntan, junto al costo de una cena, del precio de la nafta o el valor de la entrada para un espectáculo teatral o deportivo, a qué precio se consiguen dólares en otros países de la región si se los cambia contra pesos argentinos.
“Aunque no nos guste esta situación, es evidente que los pesos argentinos no son bienvenidos en el exterior, por más que se haga alarde de las virtudes integradoras del Mercosur”, sostiene Agustín Cramo, analista de mercados financieros internacionales.
“Cuando un argentino viaja y se acerca a una casa de cambio, su primera reacción es de asombro, cuando hace el cálculo de cuánto le cuesta comprar dólares. También están quienes llevan pesos y no se los toman; en estos casos se da una mezcla de bronca e impotencia”, añade.
Sus dichos están en línea con las palabras de quienes han vivido esa ingrata experiencia: “No sabía si era normal o si me estaban estafando. Pero luego recorrí otras casas y me di cuenta de que el cambio era muy parecido”, cuenta a este medio un empresario que no salía de su asombro cuando, en plena Avenida Gorlero en Punta del Este, se enteró esta misma semana de que cada dólar le costaba hasta un precio que consideraba insólito: $124.
Más aún, cuando la información que recibía desde Buenos Aires era que el billete “blue” en el mercado paralelo se ofrecía a unos $73.