Según una universidad, el 40% de los vecinos sufren afecciones respiratorias por la contaminación generada por el Puerto Quequén

La Universidad Católica de Córdoba indicó el alarmante porcentaje de contaminación, y a más de 6 años de la muerte de Melisa Nuñez por la falta de controles medioambientales no se han empleado medidas de seguridad en la zona.

No importa si los negocios se anteponen a la vida y la salud de las personas y la fauna de la región cuando se habla de los millones de dólares que se cuecen en las oficinas de Puerto Quequén. Y es que pasados 6 años de la muerte de Melisa Nuñez, el silencio se mantiene, y a pesar de las notas y pedidos elevados a las autoridades municipales y provinciales, al Concejo Deliberante y organismos de control, el puerto “no se toca”.

Melisa Nuñez falleció el 13 de Abril del 2015, ella se encontraba en su casa, ubicada en la zona portuario de Quequén, cuando gases emanados por un vertido de agroquímicos en un galpón de acopio vecino ingresaron por los desagües cloacales intoxicándola gravemente. Melisa llamó a su pareja y luego se desvaneció. A las pocas horas había fallecido.

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Luego de este terrible acontecimiento por falta de controles medioambientales, y más allá de los juicios realizados, no se han tomado medidas al respecto para velar por la seguridad y la salud de la población, ni tampoco por mantener el medio al que estamos expuestos. Al día de hoy, una investigación de campo nos alerta sobre la preocupante condición en la que viven los vecinos de la zona.

Un estudio realizado por la cátedra de toxicología ambiental de la Universidad Católica de Córdoba indica que cuatro de cada diez personas que viven en cercanías de las plantas de acopio de cereal, sin controles medioambientales, como ocurre en nuestra terminal portuaria, poseen problemas respiratorios y, eventualmente, alergia, debido a la emisión de polvo de soja, trigo y maíz.

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La investigación anuncia que “eso comenzó a ocurrir en los años 70, cuando las cooperativas construyeron sus propias plantas en lugares alejados que, posteriormente, el desarrollo urbano las dejó rodeadas de casas”.

El polvillo y granza que permanentemente sobrevuela las zonas aledañas al puerto, especialmente en la margen de Quequén, afecta gravemente y es motivo de queja por parte de los vecinos hacia los organismos, tanto provinciales como municipales. Este último, más allá de no tener injerencia en las decisiones del puerto, si cuenta con un miembro en el directorio del Consorcio, que debería interceder por los vecinos.

Gracias al programa que desarrolló en su momento el intendente Arturo Rojas, llamado “Puerto-Ciudad” se realizaron obras que tuvieron un gran impacto en la ciudad. En ese sentido, se espera que al igual que esas obras que fueron financiadas por el propio puerto, se pueda dialogar con las autoridades para emplear las medidas necesarias para garantizar la salud de la población.