Estaba buscando la forma de reencontrarse consigo mismo, y decidió mudarse a Quequén, donde encontró su verdadero rumbo. Esta es la historia de Mariano Candido, docente de yoga hace 10 años, al cual el paso por las costas necochenses, le cambió completamente su vida.
Durante sus días, Candido buscaba poder ponerse en contacto con su verdadera profesión, el yoga. “Un día cansado de experimentar diversas situaciones para entrar en contacto con mi verdadera vocación, decidí instalarme en Quequén, Necochea y construir con mis propias manos mi casa” contó el docente de yoga, en una entrevista con La Nación.
Así es como en su propio hogar en la localidad costera, comenzó a ver un programa de televisión, imitando los movimientos que realizaba una mujer. Tiempo después, al volver a Capital Federal, presenció una clase de yoga y se dio cuenta que eso era lo que imitaba diariamente en su hogar. “En ese instante, me cayeron varias fichas y descubrí que tenía ganas de practicarlo y enseñarlo por el resto de mi vida”, contó.
Candido relató que de esta forma, descubrió que el yoga podría ser su trabajo, lo que llevó a que el trabajar. le dieron ganas de vivir la vida. “Dar clases para mí ya es tan vital como lavarme los dientes. Vivo desde ese lugar, para mi no hay sábados o domingos, todos los días son una oportunidad que tengo ganas de experimentar” afirmó Mariano en la entrevista.
Hace 10 años que se dedica a ser docente de yoga, estando en contacto con más de 100 estudiantes, brindándoles herramientas para practicar el yoga y unir su mente, cuerpo y alma.
El yoga para Mariano “es un sistema que tiene diferentes partes y que cada una de ellas interactúan entre sí buscando la unión entre cuerpo, mente y alma. Dentro de ese sistema están las posturas, las respiraciones, las interiorizaciones y los sentidos”. Explicando también, que muchas veces se piensa que el yoga es una religión, o un deporte o una medicina, y ello no es así.
El docente yogui también da clases gratuitas todos los sábados en Buenos Aires, en la Avenida Libertador y República de la India. Para participar, solo se pide que la persona lleve un alimento no perecedero, para luego donarlo y convertir sus clases en una acción solidaria. “La verdad es que se convirtió en un plan excelente, vienen hacen una clase al aire libre, donan un alimento no perecedero y después se quedan en contacto con la naturaleza”, afirmó Mariano.