Las precipitaciones permitirían avanzar con la siembra de maíz, soja y girasol.
El 2022 ha sido uno de los años más secos jamás registrados desde 1961, según expuso el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) en su reporte preliminar del clima. Reveló que entre enero y febrero prevalecieron condiciones de sequía extrema en el norte del Litoral y que, desde mayo, aunque moderada, la sequía persiste en el centro del país. En este marco, un clima de intensas precipitaciones supondría un alivio para los cultivos.
El reporte expone los eventos climáticos ocurridos durante el año y lo que significan. Entre las principales conclusiones, se indica que la temperatura media del país fue levemente inferior a la normal; que las olas de calor del verano 2021/2022 fueron unas de las más extremas; que el 2022 es uno de los años más secos desde 1961; y que el fenómeno de La Niña se ha prolongado excepcionalmente y persistirá hasta fin de año.
En la última reunión de la Mesa Nacional de Monitoreo de Sequías se identificaron 140 millones de hectáreas del país en sequía, de las cuales más de 7 millones están en categoría severa.
Según el reporte de octubre, las provincias más afectadas son Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, mientras que Tucumán se encuentra en condiciones de sequía moderada.
La Bolsa de Cereales de Buenos Aires, la Bolsa de Comercio de Rosario y el INTA coinciden que hay un cambio en el patrón climático y de estabilidad registrado hasta ahora, lo que generará una mínima recomposición general del ambiente en varias zonas productivas.
Para el domingo se prevén lluvias importantes en gran parte del NEA, Corrientes, norte de Entre Ríos y la franja oeste de la región pampeana, al tiempo que sobre la franja este continuará el tiempo inestable con coberturas nubosas, pero lluvias escasas.
Para el director del Centro de Investigación de Recursos Naturales (CIRN) del INTA, Pablo Mércuri, “los trigos que se encuentren en situación de regulares a buenos, va a significar un buen impacto para la espigazón y el llenado de granos. Además, este evento regionalizado de lluvias puede ser clave para disminuir o detener la expectativa de caída de producción de los trigos implantados”.
En tanto, agregó que “sería la primera lluvia generalizada de primavera, luego de la estación seca del invierno, salvo los eventos del 25 y 26 de octubre que solo fueron significativos en el centro-oeste de Buenos Aires, y sudoeste de la provincia. Y podrán ser en varias zonas el puntapié inicial para la siembra de cultivos de gruesa de segunda y tardíos”.